Es difícil describir la emoción que sentimos al tocar en casa, y notar que en cada tema que interpretamos, la conexión con el público se iba haciendo más y más grande, hasta llegar a un punto mágico y emocional que puso muy alto el listón de lo que es un buen concierto.
Nada es más gozoso y motivador que tocar y ver que la gente está disfrutando de verdad. Que le interesa lo que hacemos. Que nos presta atención, que baila, que canta, y que no se oye ni una mosca cuando Kristina de Noruega avanza por los polvorientos caminos de Castilla.
Gracias de corazón a tod@s l@s que estuvísteis allí, porque habéis dado alas de vencejo a nuestro proyecto.