1 comentarios | Escrito el miércoles, 07 de noviembre de 2012 a las 22:09 h. por Silberius de Ura siendo Abad
Esta tarde, antes de vísperas, y tras atender las ocupaciones que tienes este pobre Abad, fui a correr por uno de los valles angostos que rodean el monasterio, siguiendo el consejo de las reglas del hombre monje, donde dice que hay que mantener un cuerpo saludable.
Pero hoy, a diferencia de otros días, he ido escuchando música. La tercera sinfonía de Górecki.
Ha sido una experiencia sublime. Casi espiritual.
El viento arrancaba las hojas secas de los nogales, y los buitres volaban rápidos hacia los cantiles rocosos. Yo oía mi respiración junto con la música. Todo era uno. El cielo, ya casi negro y amenazadoramente cubierto ponía un techo cercano a este lóbrego entorno. Un cráneo de oveja en el sendero.
Y llegó el segundo movimiento. Ese lamento... tan triste...
Un pastor se recogía ágil con su rebaño, y me pareció una escena a cámara lenta.
Este abad ha quedado tocado hoy. Ese valle, esos nogales y los riscos, sin Górecki eran diferentes.
Comentarios
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#1Dominicus Jeronimus [Monje fundador] escribió El 08 de noviembre de 2012
Escuche la música, y sin ser mi vehículo esencial me llevo muy lejos...