Y nunca mejor dicho…
Pues sí, esta semana le toca el turno a la gaita, ese instrumento usado en tropas de guerra (Scottish War Pipes), fiestas al aire libre y ceremonias rituales ancestrales por su potencia y proyección, pero también en multitud de bandas de folk en alguna de sus docenas de variantes a lo largo del planeta. Julián García usa en El Espíritu de Lúgubre gaitas gallegas (una en Sib y otra en Re) construídas por el artesano cántabro David López García.
Intuía que las gaitas nos podían dar problemas, y así ha sido. Estos instrumentos suenan estupendamente en un ambiente fresco y húmedo como el de sus lugares de origen, pero cuando el calor aprieta o el clima es seco, comienzan los problemas de afinación, palletas que se cierran, etc. El clima de Burgos es frío y seco, y el local en el que se sitúa mi tienda y el estudio es más seco aún. Tengo en la tienda varios higrómetros para medir la humedad relativa del aire. Las calefacciones del edificio hacen que el ambiente sea excesivamente seco (menos del 30% cuando los puse hace un par de años), lo cual no es sólo malo para los instrumentos sino para las personas también. Tengo repartidos por toda la tienda unos cuantos “humidificadores pasivos”, esto es, unos recipientes grandes con agua que se va evaporando en el ambiente aportando poco a poco el nivel de humedad correcto. Actualmente el nivel medio de RH es del 50-55%.
La primera jornada de grabación de gaitas demostró a los pocos minutos que la pecera era excesivamente seca y caliente, dando como resultado una afinación demasiado alta; tan alta, de hecho, que ni siquiera el maravilloso pulg-in Antares podía controlarla, ya que esta aplicación funciona cuando la desafinación es ligera, pero no cuando es extrema. Decidimos dejarlo para el día siguiente y descansar.
Ese día, unas 6 horas antes de que llegue Julián, coloco un humidificador eléctrico, apago las luces de la pecera y pongo un ventilador dejando la puerta abierta. Sitúo en la sala un higrómetro que mide la humedad relativa en 55% inicialmente, para llegar a un prometedor 70% unas horas después. El fresquito de la habitación es notable también, así que la cosa pinta bien. Llega Julián, comprobamos la afinación (perfecta), hago la correspondiente prueba de sonido y nos ponemos a grabar. Julián procede a atacar la melodía de “Los Condes de Lara” y en la primera toma comprobamos que la afinación es correcta. Un par de ajustes de sonido y estamos listos para la toma definitiva. ¡Hurra!
Y ahí es donde empiezan los problemas, ya que en ese momento la gaita empieza a subirse de afinación y la cosa comienza a descontrolarse. Julián sugiere cambiar de tema y usar la otra gaita e intentar grabar otro tema, ya que aparentemente esta otra gaita es más estable de afinación. Desgraciadamente, la historia se repite y no conseguimos nada que nos sirva. Cuando Julián sale de la pecera aquello parece una sauna, con una nube de vapor y el suelo de madera mojado por la humedad (que ha alcanzado el 75%). Aunque el nivel de humedad es bueno, en cuanto hemos cerrado la puerta de la pecera la temperatura ha empezado a subir, de modo que la estrategia del día no nos ha funcionado. Una verdadera pena.
Higrómetro en 52% de RH a las 3 de la tarde (izquierda), subiendo hasta el 75% justo antes de empezar a grabar
Gorilas (digo…gaitas) en la niebla
Menos mal que el pasado lunes dejamos grabado el low whistle de “El vals del Tumbamozas”, que si no…
Pasamos ahora al plan B, que consiste en grabar las gaitas en el local de ensayo (fresco y húmedo) o en el estudio de Yon. Seguramente optaremos por la segunda opción, pero eso será ya la semana que viene.