La Abadía de Silberius

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4 comentarios | Escrito el jueves, 15 de noviembre de 2012 a las 14:14 h. por Silberius de Ura siendo Abad



La felicidad está en cualquier lugar

Esta mañana, este pobre monje fue a cortarse el pelo (no hace falta la tonsura, porque esa se va haciendo sola).

Poco podía yo imaginar, que sentado allí en el sillón de la peluquería, iba a tener una conversación tan fascinante.

Se ofreció la peluquera (una persona muy extrovertida, alegre y que va a mil por hora por la vida), a recortarme las barbas, tan luengas que me permiten trenzarlas, alegando que causaría mejor impresión a aquellas personas con las que me relacionase.

Dije yo que no, que estaba muy feliz con mis barbas. Que de hecho, nunca me había sentido tan seguro de mi aspecto, y que estaba convencido de que eso hacía que mis barbas no fuesen ningún problema para ninguna negociación o conversación.

Y hete aquí, que la propia peluquera dice que lo entiende perfectamente, y comienza a hablarme de su hallazgo de la felicidad a través de la serenidad. ¡Ufff!

¿Pero no es eso mismo lo que buscamos en esta Abadía? Sinceramente, hoy es de esos días en que estoy convencido de que atraemos lo que invocamos. ¡Nunca me habló esta persona de la felicidad en esos términos!. Sin complejos ni vergüenzas. Y sin sacar yo el tema.

Las murallas empiezan a resquebrajarse.

Por cierto: en la calidez de la conversación, acepté que "depurase" mis barbas con sus tijeras, y el resultado me agradó.

Feliz día a todos.

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Comentarios

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  • #1CEBADA [Monje fundador] escribió El 15 de noviembre de 2012

    Que ganas tengo de verte!

  • #2Silberius de Ura [Abad] escribió El 15 de noviembre de 2012

    Entiéndase "depurar" por arreglar sutilmente las barbas, que siguen siendo luengas ;-)

  • #3Dominicus Jeronimus [Monje fundador] escribió El 15 de noviembre de 2012

    es verda!, las murallas se derrumban y comienza una nueva forma de estar en la vida. Le podemos llamar un nuevo mundo?

  • #4Sibylla [Huésped] escribió El 18 de noviembre de 2012

    Sí, la felicidad se halla inesperadamente en cualquier rincón... Recuerdo aquella vez que montada en el autobús, una madre que cogía a su hijo en brazos, sin mediar sonido o palabra alguna entre ellos, se sonrieron mutuamente. A veces recupero ese recuerdo como muestra de que la felicidad se halla inesperadamente en cualquier rincón...

Lacre Abadía de Silberius
« De los sentidos que no se encu ... sentidos. ··· Hoy acerté a medir el valor de las cosas »